¿Qué es el espíritu emprendedor?
Mucho se escucha acerca de esto pero qué es exactamente. Se habla de un concepto multidimensional, que incluye valores personales, tales como la creatividad, la disposición positiva para la innovación y el cambio, la confianza en uno mismo, la motivación de logro, el liderazgo, la aceptación del fracaso como fuente de experiencia, y las actitudes de cooperación y de trabajo en equipo.
Psicólogos, sociólogos y economistas han descubierto que los emprendedores comparten con frecuencia ciertos rasgos psicológicos y que los motivan aspectos similares, pero, por su propia naturaleza resulta difícil clasificar y generalizar. Parece existir cierto consenso en que las personas más emprendedoras cumplen con las siguientes características:
Necesidad de logro: Este aspecto encuentra íntimamente ligado con el de motivación. Y podría definirse como el impulso de hacer las cosas bien, de tener éxito y de alcanzar ciertos estándares de excelencia. La persona con elevada necesidad de logro suele sentirse inclinada hacia tareas que considera retadoras o difíciles, de forma que, cuando alcanza el éxito en su realización, siente la satisfacción de haber conseguido un logro personal.
Constancia: Emprender de forma autónoma una tarea implica más tiempo, que obedecer de forma mecánica, y requiere del uso adecuado de la planificación y esquematización de los planes para alcanzar los objetivos y considerar que lo que han logrado, es fruto del propio esfuerzo.
Confianza en sí mismos: Si tienen una sólida y ajustada visión de quienes son y de qué son capaces, podrán afrontar adecuadamente los problemas y desafíos que se les presentan en cualquier circunstancia de la vida. Si uno desconfía de sí mismo, es posible que adopte una actitud pasiva (no emprendedora) y que sea menos persistente ante las dificultades que se le presentan.
Liderazgo: El liderazgo implica influir sobre las personas para que voluntariamente se unan al logro de los objetivos grupales. Si emprender no se puede considerar una tarea individual, entonces se requiere fomentar las habilidades de comunicación, la visión de futuro y la pasión para aunar fuerzas en las tareas y los compromisos comunes.
Autonomía: Es el afán de ser el arquitecto de su propia vida. Buscan tareas que requieren iniciativa, y controlan ciertamente lo que les pasa y lo que hacen.
Habría que hacer hincapié en no confundir el espíritu emprendedor con el espíritu de empresario. Para este último hace falta ser capaz de identificar oportunidades en el mercado y obtener los recursos materiales y humanos necesarios para poner el proyecto en marcha.
Tener buenas ideas, iniciativa y espíritu emprendedor, incluso algo de rebeldía con causa, es algo importante y refleja creatividad y profundidad de pensamiento. Se supone que esas ideas son útiles de forma instantánea, pero no siempre es así. Es necesario aprender a dirigir ese espíritu hacia proyectos valiosos, cómo comprometerse con lo que se desea realizar, y cómo persuadir a otras personas del valor de lo que piensan y sostienen.